07) Liderazgo colectivo - Abierto para graduados 23A

Estimados y estimadas, 

Parece que cada día que pasa es una nueva oportunidad para dejar de creer en los lideres de nuestro país y el mundo. Escándalos de corrupción, mentiras, discursos de odio y división parecen ser comunes en Colombia y Latinoamérica, donde solo el 25% de la población, según la encuesta Latinobarómetro de 2017, confía en sus gobiernos. En este contexto, todo indica que la forma en que hemos visto -y en que se ha ejercido- el liderazgo ha encontrado unos limites claros. Veamos entonces una propuesta diferente: el liderazgo colectivo.

Mientras que la idea de liderazgo tradicional nos lleva a la idea del líder fuerte, dominante, que sabe las respuestas y encuentra los medios para alcanzar los objetivos que posiciona en un grupo; el liderazgo colectivo parte de reconocer que los problemas que afrontamos en la actualidad no pueden ser resueltos por una sola persona, y que, por el contrario, solo pueden ser resueltos en la medida que todos participemos en la construcción de soluciones. Así, la idea de un líder y sus seguidores empieza a transformarse. 

En su lugar, surge el liderazgo colectivo como un proceso dinámico, un encuentro entre diferentes actores donde los roles van mas allá de los que siguen y los que guían. Un proceso en el que muchos individuos o grupos pueden ejercer liderazgo hacia una meta común. En este proceso los participantes construyen una visión compartida por la que trabajan, y al tiempo, toman decisiones y acciones a través de consensos para alcanzar esa visión. Desde esta propuesta, el liderazgo deja de ser un ejercicio individual para convertirse en un logro colectivo. 

De acuerdo al Instituto Wagner de la Universidad de Nueva York -dedicado al estudio del liderazgo colectivo- algunas de las características clave de este tipo de liderazgo son:

  • Incluye el reconocimiento de la diversidad.
  • Cambia la forma en que los participantes entienden su trabajo, sus relaciones con los demás, y su idea de liderazgo. 
  • Se compromete a llevar los procesos de liderazgo a participantes de todos los niveles, en todos los contextos, sin importar las diferencias en perspectivas o experiencia. 
  • Combina la dirección y la colaboración.
  • Apunta a romper con los limites que, en muchas ocasiones, se tienen por dados. 

 En síntesis, el liderazgo colectivo parte de la responsabilidad compartida que todos tenemos hacia la construcción de una sociedad mejor, reconociendo la incapacidad da cada uno para asumir esta tarea de manera individual. Ahora, a pesar que en algunos momentos esto pueda parecer una linda estrategia, que, sin embargo, no tiene posibilidades de realizarse, en el mundo podemos encontrar un sinnúmero de iniciativas que, a través este liderazgo, le apuestan al cambio social. 

A propósito del premio Los mejores líderes de Colombia, otorgado por la Revista Semana, los dejamos con un par de iniciativas que demuestran como es que el país esta "recurriendo a liderazgos colectivos para construir la confianza, el tejido social y el progreso" (Semana, 2017).


Instrucciones del curso: 

1) A continuación, encontrarán el discurso de agradecimiento del director de DeJusticia al recibir el premio nacional de liderazgo. Luego, encontrarán dos iniciativas colectivas que recibieron el mismo galardón.

2) Una vez hayan conocido los casos, los invitamos a la sección de ejercicios donde encontrarán la dinámica de esta semana.  


Discurso de Cesar Rodriguez, Director de Dejusticia. 

En nombre de todo el equipo de Dejusticia, agradezco el honor que nos hacen con este reconocimiento.

Más allá de la escogencia de Dejusticia, quisiera agradecer la idea misma de estimular el trabajo colectivo, que tanta falta hace en un país y en un planeta donde el individualismo, y aún el narcisismo, vienen en ascenso.

Mucho antes de que una epidemia de selfies se tomara el mundo, los colombianos inventamos esa cumbre del egoísmo que es el undécimo mandamiento. El sálvese quien pueda, el no dar papaya, fueron las expresiones más claras de nuestra desconfianza mutua, que nuestra indecente desigualdad social acuñó y nuestra guerra acentuó. No es que nos faltaran ganas o talentos: es que nos ha faltado trabajo en equipo. Como lo dijo Yu Takeuchi, el legendario profesor de matemáticas de la Universidad Nacional, “un colombiano es más inteligente que un japonés, pero dos japoneses son más inteligentes que dos colombianos.”

Así estábamos cuando Narciso resurgió de las aguas y reencarnó en los Trumps y las Kardashians del mundo. Junto con las oportunidades de conexión, las redes sociales trajeron la autopromoción y los egos desmedidos. Según un estudio de la profesora Jean Twenge, la mayoría de jóvenes milenarios encuestados dice ser más inteligente que el promedio de su generación. Que la gran mayoría esté por encima del promedio, claro, es una imposibilidad estadística. El mismo estudio muestra que se ha disparado el uso de la primera persona del singular en los libros, y ha decaído el uso de “nosotros”.

Como en Colombia el poder y la gramática han ido juntos, algunos de nuestros políticos han añadido otros dos pronombres para al repertorio de la egolatría. Se ha vuelto común el líder que habla de sí mismo en la tercera persona del singular, como si estuviera citando a un personaje que no es otro que él. Otros, imbuidos en la tradición grecocaldense, acuden al plural mayestático, reemplazando el “yo” por un falso “nosotros”.

Quisiera creer que el reto que propone el premio que nos convoca hoy es justamente pensar y actuar en términos de “nosotros”. Un nosotros real, a la altura de un país que felizmente está acabando una guerra, pero que no termina de encontrar las palabras y las ideas para vivir en paz. Un país que deje la economía y la sociedad del pasado ¾la que depreda la naturaleza y ahonda las desigualdades sociales, raciales y de género¾ , y abrace por fin la sociedad del futuro, que estará fundada no tanto en la competencia por los recursos naturales, sino en el conocimiento y la colaboración, como han escrito pensadores como Yochai Benkler.

Si Dejusticia ha hecho algún aporte a esta tarea, así sea modesto, es porque hemos intentado construir un “nosotros”, tanto interno como externo. De puertas para adentro --desde cuando éramos un grupo de ocho colegas y amigos hasta ahora que somos una comunidad más numerosa que reúne varias generaciones y regiones—hemos hecho todo lo posible para mantener relaciones personales marcadas por el afecto, la horizontalidad, el humor y el goce de estar juntos. Por ejemplo, todas las columnas que publicamos pasan primero por una ronda de comentarios por correo electrónico, abiertos a todo el grupo, donde las críticas de los investigadores recién entrados pesan tanto, y se hacen con tanta libertad, como las de los más veteranos.

De puertas para afuera, nos hemos esmerado por trabajar en colaboración con muchos actores y sectores, desde otros centros de investigación y ONG, hasta entidades estatales y movimientos sociales. Uno de estos movimientos, el indígena, nos ha enseñado el concepto y la palabra justa para este tipo de trabajo: minga. En los esfuerzos colectivos que son las mingas, cada quien aporta lo que tiene y puede, tratando de sumar antes que dividir. Cuando la polarización proceso de paz se está sumando a la de las elecciones de 2018, quizás no haya un reto más importante para nosotros –y con “nosotros” me refiero no solo a Dejusticia, sino para los medios, la sociedad civil y el país en general-- que encontrar formas de tramitar nuestros desacuerdos sin descalificar al otro.

Una de esas formas, por supuesto, es fortalecer las reglas de juego y las instituciones democráticas: las de la Constitución de 1991, las del Estado de derecho, las de los derechos humanos, resistiendo los embates de los populismos de derecha e izquierda que se extienden por el vecindario y por el mundo.

Voy a terminar con una alusión que puede sonar a cliché, porque parece que por estos días no hay discurso que no cite un poema de Borges. El que tengo en mente es uno de los más conocidos. Su título, “Los justos”, se refiere a aquellos héroes anónimos que con sus pequeños actos diarios de profunda humanidad salvan el mundo. En un verso, Borges dice que uno de esos héroes es “el que descubre con placer una etimología”. Los invito a hacer ese ejercicio placentero con una palabra que celebramos en el ciclismo pero no en la vida diaria. Esa palabra es “gregario”. O para decirlo con las palabras más elocuentes de Borges en otro verso del poema: el gregario es un héroe anónimo porque “prefiere que los otros tengan razón”. Pues bien: el liderazgo colectivo depende tanto o más del gregario que del líder individual. Y una de las claves para que un grupo perdure es que sus miembros estén dispuestos a ser hoy gregarios, mañana líderes, y pasado mañana volver a ser buenos gregarios.

La palabra gregario viene del latín “grex”, que significa grupo, rebaño. De ese vocablo latín surgieron palabras muy diversas, casi opuestas. De ahí vienen los términos congregar y agregar, pero también segregar. Entendemos humildemente este premio como un estímulo para que desde Dejusticia intentemos seguir congregando y agregando, a la vez que seguimos trabajando contra la segregación.

*Director de Dejusticia y columnista de El Espectador. Tomado de El Espectador, La necesidad del Liderazgo colectivo. Viernes 23 de marzo. https://www.elespectador.com/noticias/actualidad/la-necesidad-del-liderazgo-colectivo-articulo-717953

 


 

 

Asociación de Negros de Yurumangui 

Superaron la masacre que sufrió su pueblo en 2001 a manos de los paramilitares; se sobrepusieron al desplazamiento y a la ausencia del Estado; se mantienen unidos a pesar de la amenaza constante de los actores armados que quieren invadir sus tierras para robarles el oro o sembrar coca. En medio de este escenario complejo y peligroso, la Asociación de Negros del Río Yurumanguí, en Buenaventura, ofrece un ejemplo de paz y perdón. Se trata de una organización que, basada en sus tradiciones comunales, representa la defensa colectiva de sus derechos y costumbres sin recurrir a las armas o la violencia. 

La asociación agrupa a 13 aldeas que ocupan 54.000 hectáreas a lo largo del río. Con el lema “El territorio es vida y no hay vida sin territorio” defiende su espacio ancestral y espiritual, donde ellos y sus antepasados han vivido por cientos de años. Su fuerza radica en el trabajo colectivo. Mancomunadamente pescan, extraen oro de manera tradicional y cultivan plátano, yuca, maíz y otros productos de pancoger. Sin abandonar estas labores diarias, algunos se dedican a enseñar, a curar, a hacer música para asegurar la transmisión de sus tradiciones.

Su unidad y vida comunitaria les permiten satisfacer sus necesidades y han impedido que los miembros de las aldeas caigan en la tentación del narcotráfico, de la minería y, en últimas, de la violencia que hace 20 años casi los arrasa. En 2001, los paramilitares masacraron a 7 personas y desplazaron a miles más, los despojaron de sus tierras y de su río. Pese al dolor, ellos no perdieron su sonrisa, su alegría y su esperanza, y decidieron colectivamente seguir adelante y sacar por medios pacíficos a los violentos de sus territorios ancestrales. Hace una década, erradicaron manualmente 25 hectáreas de coca que foráneos habían sembrado, y con ese acto autónomo le dijeron al país que la ilegalidad no es el camino.

Hoy la comunidad promueve en sus jóvenes el amor por la tierra, por el río y por sus tradiciones. Ellos saben que mantener los lazos comunales, el trabajo colectivo y sus costumbres es la única manera de sobrevivir y evitar que su pasado triste y violento regrese. Pese a las dificultades y al abandono de un Estado que sienten lejano, continúan trabando en iniciativas para fortalecer a su comunidad. En la actualidad, gracias al apoyo de personas que ven en ellos un ejemplo de liderazgo, buscan financiar proyectos productivos por medio del crowdfunding.

Tomado de Revista Semana, Mejores lideres de 2017. 23 de marzo http://www.semana.com/nacion/articulo/mejores-lideres-2017asociacion-de-negros--del-rio-yurumangui/543948


 

Enseña por Colombia 

Tres emprendedores fundaron en 2010 Enseña por Colombia, que en la actualidad integra a más de 200 jóvenes profesionales que recorren el país dictando clases en escuelas de bajos recursos.

Colombia tiene uno de los más altos niveles de desigualdad de América Latina, reflejado en las dificultades que enfrentan los niños y jóvenes de escasos recursos para acceder a una educación de calidad. Conscientes de esto, tres emprendedores fundaron en 2010 Enseña por Colombia, que en la actualidad integra a más de 200 jóvenes profesionales que recorren el país dictando clases en escuelas de bajos recursos y compartiendo sus conocimientos con miles de niños.

Como en un apostolado, los profesionales recién graduados aplazan sus proyectos personales y, tras una preparación llevada a cabo por la Universidad de los Andes y el Centro de Investigación en Formación y Educación (Cife), trabajan dos años como profesores. De esta manera, Enseña por Colombia busca mejorar la calidad educativa de los niños y jóvenes menos afortunados. Y los resultados comienzan a verse, pues desde su creación más de 220 profesionales han participado del programa e impartido clases en 63 instituciones educativas públicas de Atlántico, Magdalena, Bolívar, Santander, Antioquia, Bogotá y Meta. 
Pero su labor no para ahí. Conscientes de que mejorar la calidad de la educación solo se alcanza mediante el trabajo colectivo, Enseña por Colombia constituyó una red de antiguos profesionales que participaron del programa, que hoy cuenta con 80 personas, muchas de las cuales han continuado en el sector educativo. Así, Enseña por Colombia está formando una generación de líderes que trabajan en equipo y que con sus enseñanzas transmiten valores de liderazgo a la juventud de escasos recursos.

Tomado de Revista Semana, Mejores lideres de 2017. 23 de marzo  http://www.semana.com/nacion/articulo/mejores-lideres-2017-ensena-por-colombia--recorriendo-el-pais/543954

 



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