13) Activando la inteligencia colectiva (Abierto hasta el 18 de Diciembre)

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Estimados y estimadas: Como parte de nuestro esfuerzo por renovar y mejorar el Programa de Formación en ética y valores ciudadanos, este semestre hemos tenido varios profesores invitados que nos han acompañado en la elaboración de algunos de los cursos (Juana Castro y Andrés Restrepo). Cada uno de ellos con gran experticia y conocimiento en su área de trabajo, razón por la que nos alegró mucho contar con su apoyo. Ahora bien, se acerca el fin del semestre y en este, nuestro último curso con profesor invitado, contamos con alguien muy importante: La organización Somos Más.

Queriendo integrar todas nuestras herramientas los hemos invitado para que diseñen un curso que se conecte con el evento en el que nos acompañarán el dos de diciembre. Estamos seguros que ustedes disfrutarán este curso tanto como nuestro evento. ¡Nos vemos pronto!

Ps. En los otros cursos con profes invitados cada participación ha valido 5 puntos más para nuestro fondo de becas. En este caso, ya que el curso está ligado con el evento del 2 de diciembre, será con su asistencia al evento que sumarán 5 puntos más, no lo olviden.

Ah y por supuesto, en caso que por motivos de fuerza mayor no puedan asistir al evento, su participación en este curso sigue siendo muy valiosa para nosotros. 

Los dejamos con nuestro profesor invitado: Somos Más.

 

 

Activando la Inteligencia Colectiva

Lo que no es bueno para la colmena, no puede ser bueno para la abeja.
Marco Aurelio

El cúmulo de información, conocimiento, y avances en ciencia y tecnología en los últimos dos siglos no tienen precedente en la historia. Al mismo tiempo, ¿será que colectivamente estamos siendo más inteligentes? ¿Será igual de claro que como sociedad podemos confiar en que siempre vamos hacia adelante? Entre otras ¿qué significa ir hacia adelante colectivamente? ¿Qué significa ser inteligentes colectivamente, y por qué su relevancia? Vamos a explorarlo.

¿Qué es la inteligencia colectiva?

Similar a como un individuo se puede considerar inteligente en la medida en que es capaz de percibir, interpretar y actuar en su entorno a partir de ciertas motivaciones, un colectivo también puede considerarse tener estas características, en una forma cualitativamente distinta a la inteligencia del individuo (Tom Atlee y George Por, 2003). De hecho, esto puede verse en distintas especies, en especial en los llamados “animales sociales”. Por ejemplo, en una colmena de abejas o en un banco de peces, existe un comportamiento colectivo emergente que resulta de la interacción entre todos sus individuos: no hay una abeja o un pez que sea quien dicte cómo deben moverse y actuar todos. De hecho, como es documentado en el libro Honeybee Democracy (Thomas D. Seeley, 2010) en una colmena la única abeja que no participa en la toma de decisiones, sino que toma instrucciones del colectivo -a partir de decisiones tomadas por consenso-, es la abeja reina.

Siendo así, el trasfondo del concepto no es nada nuevo. Más bien, viene a cobrar especial relevancia como respuesta a la asfixia que producen las narrativas hiper-individualistas que depositan una fe ciega en que un libre mercado, libre de regulaciones, lleva automáticamente a un mayor desarrollo y bienestar colectivo. Estas perspectivas carecen de piso: incluso sus bases conceptuales, incluída la metáfora de la “mano invisible” del mercado (Adam Smith, 1759), están fundamentadas en cómo la cohesión social y la justicia deben dar fundamento a las instituciones y regulaciones que permiten que exista un mercado.  Algo similar ocurre con la malinterpretación de los mensajes centrales en el Origen de las Especies (Charles Darwin, 1859), escrito 100 años después. Si bien Darwin se esforzó a lo largo de su vida por mostrar cómo  las fuerzas de la evolución están delineadas por dinámicas de colaboración en y entre especies, sumadas a la adaptabilidad de éstas a las condiciones y desafíos de su contexto, parece que el mensaje fue absorbido culturalmente de otra manera: la ley del más fuerte, en un contexto de sálvese quien pueda.

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El énfasis en “lo social”, su utilidad, y su contrasentido

Si uno se detiene a revisar con cierta distancia términos usados cotidianamente como “desarrollo social”, “impacto social”, “política social”,  e incluso otras como “organización social”, se puede sentir que hay algo raro en ellas. ¿Qué organización o qué política existe que no sea social, en el sentido en que esté determinada y al servicio de fuerzas sociales - colectivas? No existe tal. Sin embargo, todos estos términos de “lo social” cobran sentido en la medida en que las narrativas hiper-individualistas hacen percibir, erróneamente, que el individuo existe al margen del colectivo y en general del entorno que lo rodea, lo cual es un absurdo.

Así pues, el auge de la noción de inteligencia colectiva, invita a poner los ojos sobre las dinámicas que permiten florecer una adecuada relación en y alrededor de grupos y colectivos. Ayudan a preguntarnos por ejemplo, ¿qué dinámicas permiten un mejor trabajo colectivo? ¿cómo identificar intereses colectivos, y actuar colectivamente en torno a ellos? ¿cómo identificar y actuar teniendo en mente el bienestar de un colectivo, y su relación con otros colectivos? El desarrollo de cualquier sociedad medianamente viable, pasa obligatoriamente por la interiorización colectiva de cómo abordar estas preguntas.

Sin embargo, pareciera que la importancia y la centralidad de estas preguntas ha sido cooptada por respuestas y mecanismos que si bien surgieron para suplirlas, pueden ser tergiversadas al punto de ahogarlas. Por ejemplo: la democracia no radica simplemente en votar en un sistema electoral; la democracia radica en el ideal de un gobierno de y para las personas. La noción de “desarrollo” no radica en generar crecimiento económico ilimitado y a toda costa; aunque esté central y estrechamente relacionado con un ambiente económico favorable, el concepto de desarrollo es realmente más cercano al de maduración. No obstante, los términos parecieran estar tan cooptados, que para darles un toque de retorno a su sentido básico, se deba hablar de “democracia participativa”, o de “desarrollo social”.

Bienestar individual y bienestar colectivo

La ilusión de que somos individuos cuyo bienestar está desconectado del bienestar colectivo, produce alienación y está alejada de la realidad. Incluso a nivel individual, los indicios son claros. Según el estudio sobre Desarrollo Adulto de Harvard (Grant & Glueck Study), el cual ha monitoreado por 75 años aspectos de bienestar y percepción de felicidad de 724 personas a lo largo de sus vidas, llegan a una conclusión simple y profunda: el bienestar y la felicidad individual están principalmente vinculados con la calidad de las relaciones interpersonales cercanas que se tienen (ver el Ted Talk de Robert Waldinger, director del estudio).

Algo similar ocurre con actos individuales para el bienestar colectivo, como el voluntariado. En un estudio del London School of Economics (Francesca Borgonovi, 2008), se muestra cómo hay una correlación fuerte entre dedicación a actividades de voluntariado y percepción de felicidad y bienestar, incluso en mayor medida que en relación al estatus socioeconómico. De hecho, existe una correlación entre el desarrollo de actividades de voluntariado, estado general de salud, y longevidad.

Implicaciones prácticas del enfoque de inteligencia colectiva

Si el bienestar individual está ligado de una forma tan clara al bienestar colectivo, ¿qué implicaciones puede tener esto para nosotros como miembros de una familia, de un colectivo académico o profesional, de las culturas de las que hacemos parte, y como ciudadanos? Adicional a la importancia de mantener buenas relaciones interpersonales, y del bienestar que produce el realizar actividades de voluntariado, el enfoque de inteligencia colectiva nos ayuda a explorar respuestas más precisas en estos distintos niveles. Por un lado, ayuda a reforzar una concepción muy simple pero que también merece énfasis, y es que lo público y lo colectivo es de todos, incluyendónos. Por ejemplo, la pregunta por una buena salud, una buena educación, un entorno seguro y respetuoso con la vida, no son preguntas que se puedan delegar, así haya expertos e instituciones dedicadas a estos temas que nos ayuden a abordarlas.

Es sólo en la medida en que nos involucramos activamente en estas preguntas, desde los distintos círculos vitales de los que hacemos parte, que es posible avanzar hacia un mayor bienestar tanto individual como colectivo.  Soñar en una realidad donde estas preguntas se tercerizan, y son responsabilidad de otros (ya sea por medio de una idealización excesiva en el papel del Estado o en el mercado), nos hace daño como individuos, y como colectivo. Es cierto que el Estado y el mercado son instrumentos fundamentales, pero no solucionan estos problemas - que más que problemas son preguntas. El Estado y el mercado deben ser instrumentos que nos sirvan para tomar propiedad sobre éstas preguntas, y dialogar y actuar colectivamente sobre ellas. Después de todo, al igual que cualquier sistema vivo, los entornos en que nos movemos - personales, familiares, culturales, ambientales, políticos, económicos, técnicos - se encuentran en constante cambio, y se requiere de una buena capacidad adaptativa y colaborativa para vivir sanamente en ellos.

Parte de esta capacidad de diálogo y adaptación implica contar con herramientas que faciliten un trabajo colectivo que permita la integración de distintos niveles de experticia, diversas disciplinas, y niveles de responsabilidad sobre los temas en que se pretende construir. Se puede y se debe aprovechar a los expertos e instituciones: el ideal de la construcción colectiva no puede desechar los beneficios y avances del rigor científico, incluyendo el respeto y conocimiento básico de métodos formales de investigación y análisis estadístico. Sería un peligro centrar las dinámicas de participación en ejercicios puramente retóricos donde el poder de persuasión y oratoria están vagamente conectados con la realidad, o incluso contradicen hechos y datos construidos disciplinadamente. Necesitamos mecanismos que integren la experticia y capacidad de acción de instituciones especializadas, que estén en mejor diálogo y dinámica de construcción colectiva con los ciudadanos.

Invitación a la acción

El enfoque de Inteligencia Colectiva es útil iniciar a concebirlo como una especie de gafas para interpretar la realidad y nuestra respuesta a ella desde una narrativa distinta a la del hiper-individualismo y el sálvese quien pueda, hacia una donde el foco de la acción es el bienestar del colectivo. Necesitamos enfoques y dinámicas que trascienden la noción de que toda interacción implica una suma cero, donde lo que alguien gane es a costa de que otro pierda. Si bien hay todo tipo de técnicas para ayudar a este propósito, incluyendo herramientas de diálogo, de gestión de proyectos, modelos organizacionales, comunitarios, y de concepciones de Estado Abierto, la posibilidad de que sean significativos parten de la interiorización de este enfoque.

Incluso áreas donde todo se percibe como un juego de suma cero, tales como la política partidista, el desempeño de una empresa, o incluso de un equipo deportivo, pueden concebirse de otra forma. Si bien hay ciertos factores en las reglas de juego en éstos y otros ámbitos que podrían ayudar a cambiar el paradigma hacia uno que refuerce el bienestar colectivo, no hay que esperar que las reglas cambien para que esto ocurra. De hecho, antes de llegar a esos niveles de transformación, es necesario ir abriéndoles camino poco a poco. Las empresas más relevantes son las que logran proactivamente contribuir a hacer avanzar el entorno en el que actúan, incluyendo con frecuencia sus competidores. Por dar un ejemplo en el mundo del deporte, Phil Jackson,  entrenador de los Chicago Bulls entre 1989 y 1998, era famoso por su concepción de que el propósito de un equipo es elevar el nivel del juego, para lo cual el otro equipo es un aliado en este camino. Según su perspectiva en el libro Once Anillos (2013), el mayor obstáculo para esto son los ‘enemigos periféricos’, arrancando por la tendencia a la elevación del ego de sus principales jugadores (incluyendo Michael Jordan), reforzado por los medios de comunicación y contratos publicitarios. Entre sus técnicas para esto, además de prácticas para reforzar estilos de liderazgo colectivo, incluía también orientar sesiones de meditación a los jugadores.

En nuestra vida diaria y los distintos círculos de los que hacemos parte, ¿cómo percibimos su dinámica en términos de fomentar el bienestar colectivo? ¿Qué podemos hacer para ajustar esta perspectiva? ¿Qué prácticas nos pueden ayudar a ésto?


 

Instrucciones del curso 

Este curso busca servir como base para el encuentro  “Juntos es mejor: de las buenas intenciones a la acción colectiva”. En el encuentro trabajaremos con base a iniciativas en las que ustedes ya se encuentren trabajando o ideando, y que puedan servir para involucrar a otros a trabajar colectivamente.

Como preparación, nos gustaría conocer un poco más de ciertas impresiones y perspectivas relacionadas a la inteligencia colectiva. Así que, en primer lugar pueden encontrar abajo un TED talk sobre algunas preguntas interesantes al respecto. Luego, pueden seguir a la sección de pruebas  donde encontrarán una breve encuesta. 

Nos vemos el dos de diciembre!

 



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